sábado, 28 de agosto de 2010

Decir Basta.

"Basta"... esa pequeña palabra aparentemente tan obvia que sin embargo concentra significados diversos, temores impensados, fantasmas inquietantes, emociones de alto voltaje y un sinfín de encubrimientos naturalizados. Para algunas mujeres, decir basta puede significar una liberación pero no exenta de culpas. Para otras, puede ser el inicio de un transitar por la vida con mayor liviandad pero teniendo que hacer frente a los malestares de quienes ven limitados sus privilegios y beneficios. Decir basta requiere también aprender a implementar estrategias saludables para reducir al máximo los costos que todo cambio conlleva. Decir basta significa, inevitablemente, asumir los costos de tal decisión, lo cual suele vivirse como un riesgo temido. Los basta en la vida cotidiana de no pocas mujeres suelen surgir en forma explosiva y como resultado de una sobredosis de tolerancia, cuando la acumulación de situaciones indeseables alcanzan el nivel de saturación.
Clara Coria sostiene que se trata de momentos en los que es necesario poner un límite contundente porque se ha llegado a un grado máximo de tolerancia −como cuando ya no se aguanta más y la capacidad para soportar desagrados ha llegado al nivel de saturación; las energías se han agotado en el intento de preservar la propia dignidad, y las demandas externas o internas superan las posibilidad de ser satisfechas: cuando «ya no se puede más» seguir sosteniendo lo insostenible. Es entonces cuando surge de lo más profundo del deseo el rugido irrefrenable de un NO superlativo que arrasa con cuanto encuentra en su camino.
Decir basta es una manera de condensar en un solo NO, con mayúscula, todos los minúsculos no que fueron omitidos a lo largo y a lo ancho de un tiempo excesivo. Un NO que lleva una carga explosiva y suena a definitivo... cuando se da a entender que no habrá marcha atrás ni revisión posible, y su envergadura pareciera ser directamente proporcional a la acumulación de infinitos y pequeños no que fueron silenciados.



Clara Coria propone dar cabida a pequeños bastas y dejar de alimentar el basta por saturación que suele adquirir dimensiones monstruosas, y cuya escasez alimenta resentimientos y pone en marcha explosiones inesperadas en el momento menos oportuno.

House (Dr.)

Mis zapas están mojadas…
El mate suena mal…..NO!
Papá?...se fue.
Lavarropas fregones….
hey!.....apretá circulo…
Vení conmigo...
No me dispares!
Veni!
Un beso.
Un abrazo.
Sabatina pulseada de nadas y ropa en el tendal.
Hola Na…bi mi by me.