jueves, 11 de marzo de 2010

waiting


Y Silvita

monotea.
Definitivamente mi cuarto propio es un mercado persa.
La Yerma Potota era una linda tierrita desierta pero fértil. Infinita discordante incompatible que no quiere dejar de ser Scotch, absurda Ionesca ininteligible innata desde el contrapunto.
Era mi Yaddo en shadows…pero Ya no existe.
Un páramo donde yo era Pedro y cultivaba explorando, ocupando y volando anclada.
La melancolía omnipresente, no la llamarìa histeria....la llamo pero no viene...aquella bohemia de tiempos de gozo estètico, con tufos, pestilencias, hedores y pinceles mochos.
Corrompiendo la carne chicha, libídine voluptuosidad de aguja y espalda al descubierto.
Tufillos exóticos, bálsamos efluvios de vahos emanados y exhalados.
De famas y cronopios, de nombres y renombres, de rocamadures por nacer.
De esperanzas. De señales, suposiciones y sospechas. De indicios y percepciones ultramar y mis alas de tu anonimato como regalo.
De trilogías blancas, negras y rojas.
De eternas charlas con y sin sentido. Un devenir que fluye y contagia el juego de mi abstracción.
Árboles que se transplantan en la ola.
La simultaneidad y al mismo tiempo un poco de falseo, o esmero de galanteo que siento filantropía desde las entrañas aunque el corazón añora el flirteo casi inocente de la amenidad que no muerde su lengua.
Reírse con la boca plena de alegría.
Los limites de la luz que sólo pueden romperse con aviso previo.
Te escucho, quintaesencia y chubascos.
Alma de noumeno que no entiende. Descree de los premios y toma los castigos como catártica purga medicinal que depura, satisface y recompensa expiando penas y eliminando la mancha.
Oscilando entre la soberbia maniqueísta y la resignación.
Por fuera no pasa nada.
Temor de ser? No.
Mientras tanto… apuesto todo por saber si esta bien o si esta mal.
Reloj sin manecillas, el vestido de novia y la serie interminable de verdades gritadas con mordaza que silencia para no alborotar al vecindario.
Siempre pensando en irse..pobre rana. Salta y salta. Hormiguea pero no bulle.
Su rayuela no tiene ni cielo ni tierra. Ni Maga ni Lucia.
Solita Silvita escuchando a Berthè Trepat Sentadita en un rincón, para no molestar.
Alegría du jardín que promete gioia meravigliosa con rabia contenida pero suelta la voz cuando puede, cuando encuentra o cuando alguien la descubre en la penumbra.
Pequeños momentos de gloria. Un asalto de felicidad.
Pero torna.
Imposible no volver.
Y trajina.
Y concluye:
Los otros si, pero no todos.

Dedicado como siempre a Simone, Jane y Julieta.