sábado, 22 de agosto de 2009

don ofrio

La barahúnda mortal insistiendo tempranito con mi aliado del C.
Delirio alborozado y optimista de ver clarear una jornada de repunte eufórico y desenfrenado de carretillas entusiasmadas que bromean joviales el chiste sabido y rematado del vecino que se lame y regodea en la vacuidad de los centímetros cúbicos.
La molienda sabatina con paliza de agujetas desgastadas, extenuación y tosca ronca de bronca que encarama y arremanga por los piñones.
Patrulleros vigilantes.
Chimenteras comadronas.
Hartura de exceso de abuso que denuncia bomba.
Prima o poi….
Siempre arriva
Ira incómoda que rabieta.
Regañe que amonesta increpando, recriminando y sermoneando, creyendo corregir con el consejo el reproche, que arguye desaprobando y fustiga flagelando.
Mutismo que calma el ruido encubriendo la mordaza que acalla y no destapa.
Limitada, eludida y desatenta la no mirada.
Porfío jaleo tormentoso.
Simulacro, ausencia.
Nada.