jueves, 10 de diciembre de 2009

A las dos de la tarde no pasa nada

Necesito estar sostenida por dos o tres ideas filosóficas básicas.
El azar de los acontecimientos, el pasado envolviendo el presente y la presencia del tiempo perdido.
“Toda persona tiene una metafísica, patente o latente, y si no, no existe.”*
Ando muy Pèguy últimamente….demasiado.
Todo el tiempo en mi cabeza.
Las famosas puertas de la percepción…
Tiembla el dorado piso que me sustenta y llueve la blanca nube que me persigue.
Las certezas se han esfumado y la duda acaparo la escena………más de uno podría adivinar mi debilidad, aunque (espero) nadie la ha visto..salvo aquellos lectores silenciosos....salvo tu querido?
La metafísica en mi ya no es como decía Descartes, la ocupación de algunas horas al mes; está presente, como decía Pascal, en el más pequeño de los movimientos del corazón.
Un horizonte infinito de cosas posibles rodea el pequeño número de las que tengo al alcance de la mano.
Me doy cuenta de que la cosa, después de todo, necesita de mí para existir. Yo soy pues, una conciencia, una presencia inmediata en el mundo.
.....Uno suscita odios o envidias a su alrededor, será porque los otros se sienten excluidos, cuando en realidad los excluidos somos nosotros y no ellos?
¿Y quièn es ella? Una mujer de cuarenta años, una mujer ya hecha, a quien ya muchas cosas le son imposibles irrevocablemente, una mujer que, por ejemplo, jamás aprenderá a bailar.
Por primera vez experimenta el sentimiento de ser su cuerpo, ella que creía ser una conciencia. Llegò a ser incapaz de arrancar de si misma un acto que fuera suyo, de vivir en la intimidad de los deseos, y por eso dejò de ser preciosa para él. Esta pureza, este desinterés esta moralidad que tanto admiraban, acaban por ser odiados.
Entonces, ella ha reconocido como cosa real la existencia de los otros y ha aceptado la figura objetiva de su vida que ve en la mirada de los demás.
Una conciencia alienada ya no puede creerse a si misma.
En el momento en que se destruye todo proyecto e incluso desaparece la posesión del yo por mi mismo, la muerte, que los proyectos cruzaban sin siquiera sospecharla, deviene la única verdad, ya que es en ella donde se consuma la pulverización del tiempo y de la vida.

*Pèguy, Notre Jeunesse.

L´invitèe

"-Lo que me sorprende es que te veas afectada de una manera tan concreta por una situaciòn metafìsica.
-Es que se trata de algo concreto -dijo Francoise-, està en juego todo el sentido de mi vida.
-No digo que no sea algo concreto -dijo Pierre-. De todas formas es excepcional este poder que tienes de vivir en cuerpo y alma una idea."